Lleva esto al abuelo. Al llegar al zaguán lo encontré escuchando a La Voz. Gorrión, si las rosas tuviesen voz sonarían como ella, ¿verdad? Con su vaso de leche en una mano y en la otra su píldora le miré fijamente a los ojos. No abuelo ella está siempre triste. La Voz pareció haberme escuchado y rasgó el anochecer con un potente gemido, luego enmudeció.
Anda Gorrión, deja ahí el vaso y dame la píldora. Al hacerlo el abuelo puso un beso en mi frente y sonrió. Le sonreí y regresé a la cocina, donde la cena me esperaba.
Fotografía y texto: Aurora Espiga.
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Juan Clásico - las bodas de Fígaro y Gelo |
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