Desconocida por muchos es ciudad bulliciosa y un poco escondida. Durante tiempo fue lugar de paso hacia otros destinos y pocos quedaban allí. Cohibida por el brillo de ciudades hermanas y cercanas, se empeñó en competir con ellas, en lugar de empeñarse en ser ella.
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Por fin se decidió. Fue ella y ahí está. Llena de sol y de luna. Alegre y muy viva. Bañada por el mar y con montaña cercana. Recogida que no pequeña, a medida que te adentras en ella, es ciudad que se siente y entonces crece y se hace inmensa.
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El sonido de hoy es también como ella: bullicioso, brillante, bello.
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Málaga, no se la pierdan.
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Al comienzo tan solo divisas parte de una cúpula. A medida que te acercas va creciendo y creciendo, sintiéndote tu cada vez más y más pequeño. Unos gigantescos vigilantes de piedra bajo palio de ramas de pino, te franquean el paso hacia la mole de cemento, que con forma y nombre de basílica antigua, corona el cerro del barrio y que es un claro ejemplo de despiadada megalomanía, amasijo de todo y de nada y fruto de un tiempo que quiero creer lejano y pasado. Basílica de San Pedro y San Pablo en el barrio del EUR (Roma).
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En ocasiones las mezclas no salen del todo bien… en otras, como el sonido de hoy, afortunadamente sí.

Es esta una ciudad donde al abrir una puerta puedes viajar …  viajar casi dos mil años. Pisaremos mármol muy frío y nos envolverá una luz muy tenue, cargada de silencios y de sombras. Un tanto sobrecogidos notaremos una ligera pendiente en el suelo. Si nos dejamos llevar por ella, acabaremos frente a una oquedad estrecha, oscura y llena de olor a verde mojado; al atravesarla una estancia de paredes lisas, blancas, no muy altas, llenas de signos y con un indescifrable olor, nos indicará que hemos llegado a la Ciudad de Los que Ya se Fueron hace mucho, mucho tiempo…. la oscuridad es ahora mayor y la sensación de frío definitivamente se apodera de nosotros …
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Al, afortunadamente, regresar de este periplo en el tiempo el sol estaba de retirada pero yo lo he notado caliente, vivo y tan brillante y lleno de fuerza como la voz que hoy les dejamos …
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Roma… Pavarotti.

Aquel trozo de tul rojo prendido a un maniquí me hechizó la primera vez que lo vi. Estaba en la alcoba de tía Lucía, allá en la Casa Grande, y parecía existir fuera del tiempo. Jamás la vi tocarlo, ni tan siquiera un roce, pero siempre estuvo con ella.
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.¿Tía puedo pasar? Sí, pero no toques nada. Gracias tía.
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Y pasaba. Y sin tocarlo, lo miraba. Lo miré tantas veces que comenzó a habitar en mis primeros sueños… en ellos cobraba vida y danzaba al ritmo de una música invisible que siempre se me antojó triste.
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.La música de hoy es tremendamente visible pero… pero siento que tiene mucho de gemido, de sollozo, de afligido lamento de tul con brotes sonoros de brillante rojo.
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Persona coherente y cabal, nunca calló, nunca. Por defender aquello en lo que creía le mataron de un tiro. Su funeral absolutamente multitudinario, acabó bañado en sangre. Fue como si le mataran dos veces. Después intentaron borrar su memoria. Pero hay personas a las que no se olvida y gente, mucha, dispuesta a recordar.
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Oscar Romero. Obispo de San Salvador. Asesinado el 24 de marzo de 1980 en la capilla del Hospital La Divina Providencia. Ayer la que siempre creyó que era Su Iglesia volvió a hablar de él. Han tenido que pasar treinta y cinco años…
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El brillante sonido de hoy, viene cargado de viento, de fuerza… por qué no pensar que si, que es posible vencer a las tinieblas… con tan solo luz.
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Es el sonido de la furia del agua en su encuentro con el aire y la piedra. Emerge de oscuras cavidades con fuerza infinita y al contacto con el viento crea un inmenso velo de seda que lo envuelve todo. Ante nuestros ojos la fuente de piedra por momentos parece flotar… es casi mágico.

Es el sonido de una furia, de una furia sonora. Un torrente de voz que brotando por la garganta de un hombre sube y sube y sube hasta explotar en nuestros oídos en notas casi imposibles, llevándonos por unos instantes a un lugar en el que el tiempo no cuenta… es casi mágico.
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Sobre una enorme plataforma de piedra de catorce metros de altura levantaron hace 2.500 años una ciudad. Tuvo una vida corta, pero suficiente para convertirse en uno de los emplazamientos más fascinantes de la antigüedad. Sus restos hoy en día son de una belleza sobrecogedora. Les dejo una Parte del Todo. La Parte: la Puerta de las Naciones con sus columnas de casi veinte metros y sus majestuosos hombres-toro alados. El Todo: la deslumbrante Persépolis.
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El sonido que hoy tenemos nos llega decantado por el paso del tiempo y es una brillante Parte de un magnífico Todo. La Parte: seis voces luminosas en un espléndido sexteto. El Todo: la maravilla sonora que es la opera Lucía de Lamermoor.
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Disfruten… .
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Es lugar de espléndidas montañas y bellísimos jardines. Un rincón del mundo habitado desde hace miles de años como lo atestigua su espectacular, inmenso y muy bien cuidado patrimonio. País culto, de gran tradición literaria que venera con autentico fervor a sus poetas.
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Es también tierra de tumbas, muchas y muy recientes. De creencias manipuladas y de fanatismos excesivamente vivos que siguen, de vez en cuando, poblando el paisaje de demasiadas figuras de mujer envueltas en capas negras.
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Luces y sombras.
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De esas sombras pugnan por salir este grupo… un grupo de estudiantes con las que tuve el placer de compartir mesa y mantel. Ojala lo consigan, porque se lo merecen.
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La antigua Persia, un enigma aún por resolver.
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Quizá esté borrosa, sin duda está movida y bastante fuera de foco. En resumen: un desastre… y sin embargo es una de las fotos a las que más cariño tengo. La luz de sus caras, sus gestos, el rastro de color, que a pesar de todo la imagen guarda, hace que una y otra vez vuelva sobre ella. Es tan viva como imperfecta. Es real.

Con esta imperfecta belleza y con la belleza perfecta del sonido que hoy tenemos, les deseo a TODOS lo mejor para este año 2015 que acabamos de estrenar.

Y no lo duden…

Nos han dejado dos hacedores de historias. Uno Joan Barril el otro Rafael de Cózar. Al primero la enfermedad se lo llevó prematuramente, al segundo el fuego le devoró al intentar salvar de las llamas sus 9.000 libros, que también fallecieron con él. Les echaremos de menos. Fueron hombres cabales, honestos y su marcha se siente. Se siente, porque en estos últimos tiempos parece que hemos vivido rodeado de una especie de “humanas urracas ladronas”, seres absolutamente despreciables, oscuros y repugnantes, que parecen haber contaminado todo lo que han tocado y han tocado mucho. Es deseo pedido para el nuevo año que, conforme justicia, pasen lo que les queda de vida en una jaula fría y bien expuesta a la luz, para que nunca olvidemos sus rostros.

Aquella cantautora de voz “trémula” y “lánguido” toque de guitarra colocó texto en estas notas. El resultado fue un horror sonoro que me persiguió un tiempo. Afortunadamente, el Albur vino en mi ayuda.

Recuerdo perfectamente esa mañana: el sonido de una guitarra que nunca vi, rasgó el aire y se abrió paso entre las hojas y las ramas, entre columnas y fuentes, llenando por unos momentos de vida sonora aquel solitario rincón de aquel jardín andaluz. Luego el silencio volvió.

Desde ese instante el sonido de este “Romance Anónimo” ha estado conmigo y “la letra”… la letra quedó misteriosamente enredada en algún solitario rincón de aquel jardín andaluz.

Debía de haber estado pendiente de la conferencia, pero a medida que el sol trepaba por el cielo, el Jardín de los Jardines, de este Mi Pueblo Grande, despertaba y ayudado por su brillo mostraba a través de los muros de cristal que nos rodeaban, su magnífico esplendor.
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El otoño, su luz. Esa estación que siente que tiene sus días contados y ya cansada, se deja invadir de una especie de nostalgia luminosa, que no hace otra cosa, que aumentar su enorme capacidad para generar belleza.
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Como belleza es, este cristal sonoro que Schubert nos deja hoy y que casi podemos tocar con nuestras manos en el aire…

Lleva dentro el olor del jazmín y de las flores de azahar. Guarda el sonido del agua en fuentes y arrayanes. Está empapada de la espuma y de la sal de un mar muy cercano y llena de tonos, de tonos alberos, ocres, rojizos y blancos. Repleta de sol, de cielo azul y de polvo, de polvo del Camino, es una música de luces y de sombras, de meandros y recodos, de huellas de carreta, de ágiles brincos de caballos. De volantes y de filigranas en piedra. De sabor a ajonjolí y aceite. De nuevo el Sur, tan diferente, tan nuestro… y a él nos vamos de la mano del Maestro Rodrigo.

Es lugar desmesurado, anacrónico, único. Enorme y redonda su estructura, parece flotar en el aire sobre una selva de plantas en mitad del calor y el asfalto. Todos han estado en ella y son muy pocos los que no tienen parte de sus recuerdos mezclados con sabores de caramelo, nata, vainilla, fresa, chocolate, limón… Coppelia “la heladería” de La Habana. Punto de encuentro desde siempre.

De nuevo la música nos hace viajar y hoy al escuchar estas notas tan dulces no he podido evitar que se pringuen un poquito de helado de Fresa y Chocolate, mi preferido.

Mientras Manuel, su antiguo dueño, estuvo en aquella zapatería el teléfono sonaba todos los meses un día, siempre el mismo y siempre a la misma hora. En ese instante todos callaban y en medio de un silencio sepulcral se le escuchaba decir con voz muy queda: “Hola mi amor”. La conversación era siempre breve y al terminar limpiaba con delicadeza el auricular, que de tanto apretarlo con sus manos, acababa pringado de betún y sudor. A Manuel un día se le paró el corazón y el teléfono, que nadie ha tocado, enmudeció con él. Murió solo, en La Habana y me contaron que había llegado de Cádiz…

Esbelta, de ojos rasgados, con vida vivida suficiente como para ya decidir y hacer. Serena, segura. Razonablemente indolente y quizá algo insolente. Rojos los labios, destacan en una piel tersa y muy blanca y su cuello bien guardado, sostiene una cabeza que, no lo duden, piensa.
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Recuerdo que sus cabellos de color imposible despedían una luz especial, que hacía que la gente que por allí pasaba, aunque fuese por un momento, fijasen los ojos en ella. La verdad es que tenía algo… algo que la hacía ser brillante, casi irreal: parecía llegada del futuro para recordarnos a todos, que por mucho que nos digan que no, el color siempre existirá.

Uno pescaba palabras en el aire, las ordenaba y las guardaba en libros. El otro, más viejo, pescaba peces en el mar, los recogía y almacenados en su barca llegaban a puerto. En esta mesa se encontraron muchas veces. Peces y palabras se mezclaron y al poco vio la luz una hermosa historia de hombres cabales, de honestidad, de lucha, de fidelidad a ideales y a personas, de amistad: “El viejo y el mar”.
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En estos días de personajes de tan baja estopa, de sinvergüenzas sin vergüenza alguna, su lectura, acompañada de esta belleza sonora de hoy, ha sido una evasión hacia personas y mundos casi perdidos.
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Venga, seamos optimistas: aun quedan muchos peces y palabras.
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Las hay que dan miedo. Las tenemos siempre presentes al quedarnos solos en un lugar desconocido no importa que sea de día o de noche. Suenan a tela rasgada, tienen un invisible color gris y nos hacen sentir frío.
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Las hay capaces de pintar. De pintar con mil colores lienzos de agua negra, dibujando sobre ellos arcoíris nocturnos tan inexplicables como bellos. Suenan a fiesta, derraman chispas de luz y nos hacen sentir calor.
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Y las hay también sonoras. Repiquetean sonrisas, algarabías perdidas y tiempo pasado, pero todavía tienen la suficiente fuerza para que sigamos pensando que…

Al escuchar este sonido casi de cristal, mis recuerdos me han llevado hacia una antigua ciudad bañada por el mar que en su dolorosa decadencia atesora en su in terior algo que es eterno: Belleza. Hay que buscarla, en ocasiones casi descubrirla… pero otras veces sencillamente te la encuentras.
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Te la encuentras sentada sobre un viejo cajón, en la acera de una calle muy gris. Recuerdo que era casi perfecta y con la mirada anclada muy lejos, no sé bien si intentado vislumbrar un más que futuro incierto o sabiéndose ya prisionera de su irrepetible pasado.
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Nápoles. Bella.

Nuestra sección "Música en 3D" también se ha sumado al llamamiento para acudir el domingo a Toba, con piano de cola o sin él
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"Con la llegada del otoño los pianos han abandonado por un día escenarios, focos, terciopelos y se han echado a una de las calles largas de este Mi Pueblo Grande. En ella han disfrutado del cariño de la gente que de forma ordenada y en medio de un tremendo respeto, ha compartido espacio y tiempo con ellos. Y de nuevo, otra vez, la suavidad de manos pequeñas y la fuerza de pies enfundados en zapatillas y calcetines con rastro de patio de colegio, les han transmitido la certeza de que su sonido no se perderá; les han transmitido Futuro y en él Mozart y unos cuantos más seguirán con nosotros."

Está aquí, aunque todavía, por este mi Pueblo Grande, no del todo. Las mañanas son ya frescas aunque el sol al medio día aún tiene fuerza. Los atardeceres van llegando antes y los primeros tonos marrones se dejan ver entre los verdes que nos rodean. Las primeras lluvias nos pillan en sandalias y los últimos días de calor nos sorprenden con gabardina y paraguas. Intentamos retrasar su llegada demorando un día y otro el tedioso “cambio de armario”. Pero al final… nos alcanza, y he de reconocer que es la estación del año que más me gusta.

Ya está aquí con nosotros y llega con todo su esplendor. Me refiero al verano, ese tiempo de trasiego, de veraniego cansancio, de tiempo lento (aunque para alguien muy cercano sea época de febril actividad), de cambio de paisaje o de reclusión en el de siempre.

También hay un momento para recordar recuerdos de "calores pasados"… recuerdos… como el de esa bola de la escalera de la Casa Grande a la que me quedaba mirando rato y rato pensando que, alimentada por el sol en cualquier momento, comenzaría a flotar sobre la penumbra caliente de aquellas silenciosas tardes de siesta.

Intentemos flotar con el sonido de estas danzas de hoy y… ¡¡buen verano para todos !!

Déjense caer en un mullido sillón, cierren los ojos y escuchen. Si se dejan llevar tan solo un poco al mundo de las sensaciones sentirán. Sentirán pasar a su lado una corriente sonora de frescor, de color verde y con los ojos cerrados verán un brillante cielo azul rebosante de luz. Si dejan caer un poco la mano tocarán la superficie de cristal sonoro de agua que poco a poco les va a ir envolviendo de un agradable frescor…
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El sonido de hoy calma el calor, nos trae sensación de alivio y de descanso. Este cristal sonoro se desprende de las cuerdas de un instrumento que siempre me ha parecido misterioso: el arpa. El arpa y su fascinante sonido.

Música brillante, ágil y quizá… quizá un tanto serpenteante. Si me apuran casi podríamos decir que es una música que se enrosca, dribla todo lo que por delante se le pone y sube y sube casi hasta el infinito, rápida como una saeta.

Una saeta… si en estas noches se asoman al cielo, notarán las estrellas un tanto alteradas. No pasa nada más que… todas ellas andan buscando su nueva posición. Una nueva estrella recién llegada, llamada “Saeta Rubia” acaba de descolar el eternamente colocado “campo estelar de juego”…

Mientras se aclaran arriba disfrutemos nosotros de esta serpenteante saeta musical que hoy les dejamos… De nuevo Mozart.
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Fígaro y Susana preparan su boda. Camino lleno de equívocos, enredos, sufrimiento, de algo de angustia, dudas y… de final féliz entre jardines y bellos palacios y al son de la imponente música del siempre genial Mozart. Resultado:“Las Bodas de Fígaro”

Otros Figaro y Susana tambien preparan la suya. Son de lejos. Han dejado el coche mal aparcado. Sorteando una valla de obra azul se han parado sobre una alfombra de asfalto caliente. Las arcadas de un depósito de agua y una rotunda señal de “dirección prohibida” sirven de marco al momento. La música… la ponen el ruido de coches. Resultado: una imagen de esto que llaman “aldea global”…

Elijan Vds……