Estaba en un rincón del parque grande al que una tarde si y otra también íbamos a pasear hasta la caída del sol, ese instante de luz violeta que pinta las ramas y las hojas de negro y llena de sombras el aire, momento también de regresar a casa. Recuerdo que de entre aquellas sombras y en un rincón apartado emergía de nuevo la luz. Iluminaba un falso jardín dentro del jardín grande. Mi madre nos decía que era “casi un movimiento musical recurrente donde el parque grande introducía al pequeño, dejando los dos a la luz sola para su lucimiento exclusivo” y a continuación nos miraba. Nosotros asentíamos con la cabeza sin saber muy bien por qué lo hacíamos, para luego quedarnos un buen rato, casi embrujados, contemplando aquel falso jardín. Texto y foto: Aurora Espiga.
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Juan nos presenta, mandolinas de Vivaldi Julio2012 |
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