Ruido de ruedas sobre caminos de hierro. Sonidos de pasos sobre cemento. Maletas que se arrastran unas, mientras otras ruedan intentando sortear bultos, bolsas, piernas y demás. Leves contactos bruscos de cuerpos con otros, mientras que escaleras en eterno movimiento llenan de gente el mismo espacio que a duras penas acaban de vaciar. Caras de impaciencia. Gestos que por segundos se tuercen al creer olvidado aquello que en breve será necesario. Luces rojas, luces verdes, luces metálicas y carteles blancos y amarillos con letras en negro. Rayas que se mueven formando nombres de lugares mientras que otras nos marcan el tiempo que queda para poder abrazar a quien esperamos o nos apremian nuestra despedida.
Y siempre, siempre en medio de ese continúo vaivén el vacio, la soledad. La soledad de quien parado parece estar perdido. ¿Espera? ¿Marcha? ¿Dice adiós?... nunca lo sabremos.
Texto y foto: Aurora Espiga.
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