Los sonidos que hoy dejamos se escuchan, colándose, por entre paredes de barro en algunas casas de esos países de fuerte calor y milenarias ciudades cuyos habitantes, hace ya unos cuantos años vivieron por un largo tiempo con nosotros, en nuestro Sur. Son sonidos nocturnos capaces de pintar de colores la oscuridad que durante la noche reina. Sonidos que no han cambiado en siglos y que acompañan y ayudan a los más pequeños a poder cerrar los ojos en paz y recibir a los sueños en su sueño.
Yo los he escuchado. Los sentí una noche salir de las gargantas de ellas, de estas mujeres que nos acogieron en sus casas y prometo, que al escucharlos sentí que la oscuridad se llenaba de luz, se llenaba de brillantes globos de colores. Escuchen… quizá suceda lo mismo. Texto y foto: Aurora Espiga.
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