Enmarcado por grandes columnas y esbeltos arcos el camino de acceso al interior del templo se encontraba envuelto en un pesado silencio de verano. Recuerdo de pronto un sonido lejano, como de cristal. Ágil y frágil aquel sonido se fue haciendo más presente hasta tomar la forma de cuerpo de mujer. Envueltas en mil colores y moviendo sus brazos de forma acompasada un grupo de peregrinas atravesó el pasillo, reventando aquel pesado silencio y dejando tras de ellas un rastro de vida, de melodía y de color…
Recuerdo, que hoy recuerdo al escuchar estas notas ágiles, frágiles, prodigio de melodía y de color. Texto y foto: Aurora Espiga.
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Juan nos presenta "Madrigal" de Claudio Monteverdi Feb2014 |
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