Recuperamos la conversación que hace unos meses mantuvimos con Ana Mª González y Augusto Krause en la que nos hablaron de su pasión por las plantas. También traemos el audio que recogimos la primera vez que les conocimos en Piñel de Abajo. Aparecen en estado puro haciendo algo de lo que harán en Valdivielso este fin de semana.
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"Describir nuestra relación con las plantas en quince líneas es tarea ardua. Fue la curiosidad por ellas la que nos unió, y desde entonces han pasado de llenar nuestro tiempo libre a ocupar todas las horas de nuestra vida.
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No somos botánicos, sólo botanófilos, pero somos incapaces de movernos por cualquier sitio sin fijarnos en las plantas que crecen a nuestro alrededor.
Queremos recobrar la memoria perdida, y recordar que desde la casi impalpable tela de araña, hasta el cuerno de rinoceronte, desde la frágil amapola, la flor de malva o el molesto filántropo hasta la "innoble" cicuta, el milenario y tóxico tejo o el árbol dios de los celtas, el Quercus, desde el príncipe de los metales a la tosca piedra caliza, todos ellos contribuyeron a aumentar el arsenal terapéutico, y por tanto, a alargar y mejorar nuestra vida.
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Se ha olvidado el duro camino que el hombre ha recorrido desde los lejanos tiempos de Esculapio, pasando por Hipócrates, Aristóteles, Dioscórides y Galeno, posteriormente Linneo, Lamarck, Mutis, Quer, etc. hasta nuestros días.
Nosotros disfrutamos recuperando ese conocimiento olvidado, y sacando provecho de él. Las plantas silvestres nos surten de comida y medicamentos, de relajación e inspiración y nos han ayudado a separarnos de la esclavitud de la sociedad en la que vivimos.
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Entrando en el mundo de las plantas nos hemos adentrado en la historia del hombre, de su supervivencia, su forma de vida, sus costumbres, medicina, farmacia, mitología, religiones y creencias, y nos hemos introducido en la "cultura" de los pueblos, un legado trasmitido de boca en boca y escrito desde hace siglos.
El reino vegetal es, a fin de cuentas, la madre de este planeta, sin las plantas la vida se extingue, y es por eso que cuando herborizamos lo hacemos con un cierto sentimiento de culpa, pero si la herborización se convierte en arte, la planta permanecerá eternamente, como muchos libros, hasta que la historia muera."
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Ana y Augusto