La guitarra es un ser que tiene duende y es ese duende quien hace eterna su vida y eterno su sonido. Ella, la guitarra, creía haber encontrado para siempre amante sin saber que ese amante encontrado no era eterno, como ella.
Aferrada a su recuerdo jura que su amante regresará y mientras tanto como Penélope teje todos los días un manto con cuerdas y madera, con palmas y taconeos, con voces, con colores, con flores, con giros y requiebros, con quebrantos. Manto de soles y lunas, de alegrías y de penas que luego al llegar la soledad de la noche y entre lágrimas la guitarra desteje, pues se sabe condenada a recordarle para siempre. Texto y foto: Aurora Espiga.
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Juan nos presenta "Asturias" de Albéniz por Paco de Lucía Marz2014 |
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