Ya está aquí el nuevo anuncio de la lotería de Radio Valdivielso. Esta vez el calvo se ha rodeado de un gran equipo profesional que entre Madrid y Valdivielso nos cuenta una historia de redención y esperanzas. Una historia que cierra un circulo que Vladi abrió aquella vez que nos habló de las nueces de tres costuras. Gracias, amigos.

Nació cerca del agua y creció a la sombra del verdor. Se alimentó durante muchos años de la fuerza de ser encrucijada entre Occidente y Oriente, siendo descanso de caravanas y remanso de paz. Bellísimas construcciones la adornaron y en su aire, respiraban sin problema lenguas y religiones muy diversas. Dos mil años después esta ciudad que fue Reina del Desierto por un tiempo y por siempre Princesa agoniza, como agoniza su pueblo, ante nuestros ojos. Les hablo de la ciudad de Palmira y hoy al escuchar danzar por el aire a este melancólico violín, he vuelto a recordar su impresionante belleza, para siempre ya mutilada.

Templo de Bel año 2010. Hoy este templo ya no existe.

Yolanda Martinez, vicepresidenta de la Asociación de Apicultores de Burgos, Roberto Puch, Ingeniero Técnco Agrícola, de la asociáción La Cardencha-Agricultura regenerativa y Ángel Nava, apicultor, nos contaron el pasado viernes, en la casa de Cultura de Medina, lo que supone la avispa asiática, vespa velutina, para nuestra zona, para la biodiversidad y para la economía del lugar. Datos como que en Mena en un mes se han eliminado 30 nidos o que en Bizkaia y Gipuzkoa los apicultores trasladan sus colmenas antes la presencia de la avispa dejaron preocupados a los lugareños. También Roberto Puch afirmó que pese a algunas informaciones alarmistas, la vespa velutina no es una avispa peligrosa, o al menos no más peligrosa que otras. Atacan si se las ataca. Teniendo en cuenta que el número de avispas en un nido (1000 a 1800) es muy superior al de otras avispas europeas (200), ello supone un riesgo mucho mayor. Nos llamó la atención que, además de picar, lancen veneno y lo hagan a los ojos preferentemente. ¿No es peligrosa? se preguntaban algunos. Parece que se adaptan rápidamente al medio y, por ello, las ideas previas van cambiando. La desidia de las autoridades tampoco es buena compañera en todo esto. Las crítica a las autoridades regionales que "se pasan la pelota de unos a otros" también se escuchó en Medina. Seguir el protocolo, trampear y eliminar adecuadamente los nidos son las líneas a seguir. También dijo el ingeniero, asumir que no las vamos a eliminar, que habrá que convivir con ellas.

"En pleno agosto de 1925 la buena gente de Valdivielso (mala no la había) hurtaba y se rebelaba contra la autoridad, vigilaba y denunciaba a sus vecinos, o sea, lo normal en aquellos tiempos. Desde luego no está nada bien buscarse la vida “segando yerba y trigo en heredad ajena”, ni que dos “jovenzuelos” se dediquen a hurtar fruta. Pero que don Manuel López Bustamante, con el apellido de una conocida familia de farmacéuticos y médicos, anduviera vigilando por los ribazos quecedanos, y denunciando a troche y moche, es algo que no deja de sorprendernos. Así lo expresa mi querida tía Isabel cuando lee la noticia: “¡Qué barbaridad! ¡Una multa de cinco pesetas! ¡Pero si en aquella época la fruta no la pagaban ni a diez céntimos el kilo!”.

Y es que en Valdivielso ha pasado de todo. En aquellos locos y turbulentos años 20 los pueblos estaban llenos de gente, y el campo no daba para que todos comieran lo necesario. Además, incluso en las mejores familias, siempre ha habido gamberros y blasfemos. ¿Y quién podía poner un poco de orden en el valle? El puesto de la Guardia Civil quedaba algo apartado, y a los del tricornio se les veía venir de lejos. Así que algunos pensaron que estaría bien tener un somatén. ¿Y qué era eso? Pues unos cuantos vecinos que se dedicaban a vigilar al resto de los vecinos y a chivarse cuando lo consideraban necesario". [Seguir leyendo]

Dos Valdivielso del mundo se juntaron, una mañana de otoño, a través de nuestras ondas con el valle que les dio nombre. Isabel hasta ese día era poco más que una desconocida de palabra amable y compras generosas que vivía en Mallorca. Hasta allí habían llegado nuestras camisetas y nuestra lotería desde hace años. Internet nos juntó y de ese modo fue conociendo nuestro valle, sintiendo que la llamaba. Pasó junto a Miguel, su compañero, uruguayo de origen vasco que nos pidió que cuidáramos del paraíso. Charlamos del mundo que se encuentra y junta, de los buenos sentimientos, de la educación de los mayores, de la hermosura de nuestros pueblos. Seguramente Miguel y Ernesto, abuelo y padre de Isabel, también estaban viendo, a través de sus ojos, el Valdivielso que les bautizó. Más tarde el teléfono nos sorprendió con una voz argentina. Era Luis Mac Garel, descendiente del regidor y alférez real Sebastián Fernández de Valdivielso (1594) entre otros, gran estudioso y conocedor de sus antepasados. Luis se maravilló con nuestros pueblos, con su amable gente y conoció, por fin, Santaolalla y Hoz, los pueblos de los que procedían sus antepasados.