Se define como tímida y cobarde y cree que por eso no nos pusimos a charlar antes. Se ríe Candelas cuando recuerda el desplante que le hizo al gobernador civil el día de la Fiesta del Orfeón de 1949. A su padre, el bondadoso Saturnino, le hizo llorar aquel día y está segura de que si no hubiera sido por él habría acabado en el calabozo del ayuntamiento. Se dice cobarde pero antes las injusticias nunca se ha callado. Candelas nos habla de su infancia, de su dura juventud y de su marcha a Madrid junto a su amor, Manolo. Conocía la historia de aquellos que, tras salir del pueblo, se hacían sus propias casas en Madrid, construcciones ilegales que había que levantar por la noche y echarlas el tejado antes de que amaneciera. De lo que no tenía ni idea es de que dos nacidos en Condado habían sido protagonistas de esa aventura vital.. Candelas recuerda el barrio de barro, la solidaridad entre todos, a los vecinos, casi familia, andaluces y extremeños. Antes habían pasado año y medio en una habitación con derecho a cocina. Cenaban sentados en la cama, apoyando los platos en dos sillas. También recordó, para sorpresa de su hijo Julio, que, antes de todo eso, había decidido que si no se casaba con Manolo, se metería monja. Pasamos una buena tarde charlando en su cocina.
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Candelas: entre Valdivielso y los barrios de luna Marzo 2016 |
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