Sabía que la diosa que llega del mar no se llamaba Lakmé y tampoco era Nilakantha la joven que sostiene en sus manos una lámpara encendida de aceite, pero mientras descendía rezagada por la escalera al encuentro de mis amigos, sentí que aquellos mitológicos pobladores de un mundo con luz color de sal y azules de agua, habitantes de aquellas centenarias paredes, comentaban calladamente entre sí la belleza de dos voces de cristal cuyo sonido hacía poco, habíamos escuchado y que aún flotaba en el aire.
Esos mismos sonidos son los que hoy escucharemos y no lo duden al igual que ellos, calladamente comentarán.
Texto y foto: Aurora Espiga.
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Juan nos presenta “El dúo de las flores” de Léo Delibes Julio 2016 |
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