Una vez más, las redes nos trajeron a una descendiente de un valdivielsano. Esta vez, hablamos con la tataranieta de alguien tan singular como el médico nacido en Puente Arenas, Don Telesforo Rodriguez Sedano (TRS). Sí, el mismo que mandó construir el edificio conocido como "la colonia" y donde quiso poner en marcha un hotel balneario. Fue el médico de Carlos VII, el pretendiente de la 3º Guerra Carlista. Piensa Begoña que fue en Elizondo, el pueblo de su segunda esposa, donde se unió a este movimiento tradicionalista. Allí tuvieron al pequeño de sus hijos, su bisabuelo Francisco, al que, al exiliarse a Francia, tuvieron que dejar en casa de unos carboneros. "Cuando volvieron a recogerle, mi bisabuelo solo sabía hablar euskera". Ese mismo niño se convirtió en abogado de prestigio que casó con la hija del que fuera alcalde de Madrid Alberto Bosch. Volviendo al valle, cuenta Begoña que, cuando el edificio fue cedido por Iberduero para las colonias, quien firmó en nombre de la eléctrica fue el abuelo de su marido. Las vueltas que da la vida. La imagen del pasado martes muestra la puerta del edificio de Puente Arenas con las iniciales de Don Telesforo 126 años después.

Orfeo, hijo de Apolo y de Calíope, cuando tocaba su lira, calmaba a las fieras, reunía en torno a sí a los hombres haciendo descansar sus almas. En las orillas del río Estrimón, Orfeo se lamentaba amargamente por la pérdida de su amada, Eurídice. Allí tocó canciones tan tristes que todas las ninfas y todos los dioses lloraron. Recibió entonces el consejo de descender al inframundo en busca de su amada. Para salir de allí empleó su música, ablandando los corazones de los captores. La condición era salir sin mirar atrás.Sólo al final del trayecto, y casi a punto de salir a la superficie, Orfeo volvió la cabeza para ver a su amada. Ella aún no había sido completamente bañada por el sol. Todavía uno de sus pies pisaba el inframundo. El castigo se consumó y Eurídice se desvaneció en el aire, para siempre.

Mirar atrás. Pedro Laín afirma: “quién por una razón o por otra no se revisa a sí mismo, no se somete a juicio de recuerdo de sí mismo, no pierde desde luego su libertad, pero no puede ejercitarla con soltura. Poco o mucho, algo hay en el pasado de cualquier hombre, incluidos los más rectos y monolíticos, que exige un ajuste de cuentas consigo mismo”

Sólo la comodidad o la cobardía nos alejan de este juicio. Hoy, para pensar: Orfeo y Eurídice, ópera en tres actos del compositor alemán Christoph Willibald von Gluck. ¿Y acaso no tiene el bueno de Gluck cara de valdivielsano?. Parece majo el teutón.

Juntamos hoy las dos últimas entregas de "El macetero". En la primera Vladimir nos habla del espino blanco y del saúco y sus buenas propiedades para nuestra salud. Dos variedades que tenemos por el valle. Aguacate no tenemos pero también se cuela con un vladiconsejo. En la segunda entrega nos habla de nutrientes para la tierra que podemos aprovechar de nuestra alimentación cotidiana. También nos cuenta la historia de los robles de Montija que hay en su pueblo. Una historia que habla de la guerra y de cómo las balas salvaron a estos impresionantes árboles. Dice Vladi: "Las balas se habían incrustado en la madera de tal manera que cada tronco tenía decenas de ellas. Imposible llevarla a un aserradero, aquel metal destrozaría las sierras.
Los dejaron en paz, al fin y al cabo, ya no había mucha gente en el valle. Los ofrecieron a las madereras de la zona, pero en seguida se negaron, "demasiado costoso".
Gracias a las balas que aún contienen, esos árboles siguen creciendo, ahora es uno de los paseos más bellos del valle de Montija, y tal vez alguno de los abueletes de entonces, al pasear bajo sus enormes ramas reconozca que sí, que al final no fue mala idea dejar a los árboles tranquilos. Ahora lo disfrutan sus nietos".

Hablar con Kathy, nuestra galesa favorita, siempre nos da alegría. Hace algún tiempo preguntó en nuestro muro por algún instalador solar y le hablamos de Ibal, una de esas jóvenes empresas de las Merindades. El contacto fraguó y Kathy nos agradeció la conexión una vez finalizado el trabajo. Nos gustó que dijera que Radio Valdivielso conecta buena gente, como Alberto e Ibán. Realmente Kathy llamó para felicitar a su paisano Tom Jones en el día de su 80 cumpleaños. Aunque se perdió el final de la grabación cuando confesaba que ella y su madre también estuvieron enamoradas de su incombustible paisano, traemos el buen rato compartido. Aprovechamos para recordar el día de agosto en el que conversamos con Alberto. Vino a la emisora a comprar unas entradas a su hermana para el concierto de Pedro Pastor y nos habló de su empresa.

¿Quién dijo que los tapabocas impedían ver las sonrisas? Los ojos de Fernando Moya lo desmienten, felices. EnSepia es su proyecto musical más querido y con él abrió el sábado las puertas de nuestra emisora. "Tenía claro que tenía que juntarme con estupendos músicos y estupendos compañeros" dice cuando habla de los otros tres miembros de este cuarteto de viento. Todos ellos buena gente. Melodías tradicionales con improvisaciones de bombardino, tuba, clarinete y acordeón junto a la cuidada producción de César Guerrero. Fue un gusto hablar de música y vida con él. También llamamos a Gonzalo de Yesca al que dedican una de las composiciones. Con Jorge Arribas no pudimos, estaría haciendo merienda cena. Un placer, amigo.

Paco ha cumplido 93, Angelita 94 y, la más mocita, Guadalupe diez menos. En ocasiones, nos gusta llamar sin avisar y felicitar los cumpleaños. En este tiempo en el que la sociedad ha maltratado tanto a los mayores, juntamos a tres que acaban de celebrar. Paco ha pasado el confinamiento en Santurce y, dentro de lo que cabe, no lo ha llevado mal. La conversación nos lleva a la mina de Arroyo que le dio trabajo en los años 40 haciendo la carretera. Trabajaba 10 horas y cobraba 12 pesetas "a pistolo y maza, tirando dinamita". También le tocó, con dos burros cargados de fruta, ir con su hermano a Villarcayo y Medina vendiendo el buen género de Valdivielso. En tiempos del penal, a veces, no pasaban de Valdenoceda porque allí vendían todo. De la fruta del valle, la favorita de Paco son los melocotones. "Eso era elegante" dice. Como su biznieta a la que ha enseñado a tirar besos.

Angelita tendrá pronto su primer biznieto y está muy ilusionada, "con lo que me gustan los niños". La memoria le trae la gramola que tenían en el bar de Población y aquella canción que decía "bájame la jaula Jaime". Aunque ella dice que no, la vemos cada día más joven.
Guadalupe estaba en Arreba cuando la llamamos. Allí ha pasado estos meses, tras salir de Villarcayo, y donde no ha parado de hacer cosas. Ha plantado, ha escrito, ha cantado. Lupe anda preocupada por los que vienen detrás. "Estamos en un momento muy complicado" del que espera que podamos salir con esfuerzo. Angelita, Guadalupe y Paco, gente imprescindible.

Este sábado los estudios Pedrito Barcina volverán a abrir sus puertas, tres meses después, para quien quiera entrar y contarnos algo. Volverá a ser esa habitación donde la conversación llena de voces los hogares del valle. Para celebrarlo, entre mascarillas y gel hidroalcohólico, recuperamos hoy el encuentro que, a finales de febrero, mantuvimos con Christ y su familia. El primer sueco que ha pasado por Radio Valdivielso llegó a España en los 70 y se enganchó con el Mundial del 82. Se enamoró de Maite en una piscina madrileña y empezó a sentir que nuestra tierra era su lugar. Dice que Suecia y España tienen en común que las habitan buena gente y la mucha riqueza natural que conservan. Se emociona al hablar de la naturaleza que nos rodea. También cree que somos capaces de hacer lo que nos propongamos, pese al desorden o la falta de planes de los españoles. Ése fin de semana llegaron a Valdivielso porque su hija Astrid, vieja conocida por su labor en Ábrego, pensó que nuestra tierra es el mejor sitio para que la familia se junte un fin de semana. Padre e hija cantaron una canción infantil. No se hicieron los suecos.
A finales de febrero no intuíamos lo que después pasaría. A mediados de junio soñamos con que conversaciones como aquella vuelvan a ser cotidianas.