Allá por el entorno del Corpus, con los primeros calores comenzábamos a ir a la Casa Grande. Otra vez de nuevo entre calles de piedra que no habían cambiado. De nuevo entre puertas de madera con dinteles recién pintados. De nuevo los árboles libres más altos y más grandes, más rotundos y frondosos. De nuevo los maceteros de barro en las esquinas y los tiestos repletos de flores en las ventanas y de nuevo, tras los visillos, las caras de siempre. De nuevo La Plaza y la fuente, el puente y el rio. Y de nuevo ese frescor que por la noche llegaba y que lentamente iba llenando el silencio de rincones y calles de voces amigas. Y de nuevo, y por encima de todo, mi bici. Mi bicicleta que me había estado pacientemente esperando durante todo el invierno.

El gobierno central reclama a la Agrupación de Familiares de Presos del penal de Valdenoceda la devolución de la subvención de 58.200 euros concedida para continuar con los trabajos en el cementerio. Además solicitan  3.927,55  de intereses de demora. Antonio Carrasco, nieto de una de las personas que dejó su vida en Valdivielso decía el otro día:" nosotros también podríamos "cobrar" "intereses de demora". Nuestro padre y abuelo fue juzgado injustamente y trasladado a una prisión muy lejos de casa, maltratado, asesinado (el que muere de hambre en una prisión es asesinado), faltó de casa y murió lejos de su familia. Y su familia quedó sola, teniendo que sacar adelante, en muchos casos, niños pequeños. ¿Cuánto vale eso, si es que se puede valorar? ¿Cuántos 'intereses de demora' acumula después de 70 años? El Estado nos debe algo y no se lo hemos cobrado." Charlamos con el presidente de la agrupación, José María González, para que nos diera su opinión.
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Quien quiera colaborar en el pago de estos intereses puede hacerlo en este número de cuenta: 3084-0023-57-6400057955.

Remembranza de SU partida que todos los días ocurre.  Miedo a la soledad que en nosotros produce su ausencia. Temor ante al vacío que deja. 
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Melancólica paz. Pensamiento sereno que se desliza pausado hacia dentro y nos hunde los pies en la tierra. Más su ausencia no atrapa, no engaña, no angustia, ya que antes de marchar se detiene siempre un momento para lanzar un sonoro quejido. Tan sólo un momento, un leve instante, un suspiro… y nos anuncia su vuelta.
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Es como el leve sonido final de estas notas, que la guitarra arranca de sus cuerdas, y que siempre he sentido que me piden Regresar.