Escuchen estas notas que nos llevan queramos o no, a mover nuestros dedos e incluso a nada que nos descuidemos los pies, distraídamente, golpearán con ritmo el suelo. Un sonido que nos engancha y del que su autor, no obstante, llegó a decir “Hay en él mucha imaginación, pero poco arte”.
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Y algo de razón con esto de la imaginación tenía, tiene, pues enredado en sus notas vive desde hace mucho tiempo la imagen envuelta en polvo, sonido y luz de un pequeño taller al que solía acompañar a mi madre a comprar cacharros. Escondido en una calle muy estrecha y empinada, de este mi pueblo grande, fue donde vi por vez primera cómo el movimiento de un pie y la delicadeza de las manos de un hombre daban forma a una masa de tierra y agua. Era un taller de alfarero, que ya no existe, donde el barro cobraba vida.
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Recuerdos... y si, algo de imaginación.
Texto y foto: Aurora Espiga.
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Juan nos presenta “Sonata nº 20 opus 49” de Beethoven Junio 2013 |
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