Aunque el azar le llevó a ser carrocero, hoy es el día en que los ojos se le van detrás de una pareja de bueyes mucho más que ante el más lujoso de los coches. Cecilio tuvo una infancia dura. Nacido en Quecedo, con 10 años le llevaron interno a un colegio religioso dónde el maltrato era lo habitual. Antes había sido un niño rubio y travieso que correteaba por las calles de su pueblo y disfrutaba robando las cerezas del vecino. Eso pese a Felipe, el guarda que "parecía dios", estaba en todas partes. Recuerda como limpiaba las zapatillas blancas el maestro Don Valentín, como el miedo a la Guardia Civil estuvo a punto de acabar con su vida, como el médico de Quintana, Antonio Alberdi, al que llamaban "El Brujo", le salvó la vida, las canciones que cantaba el tío Agapito o la imagen borrosa de su madre, Lorenza. Con 12 años empezó a trabajar en una mimbrera y ya nunca paró hasta que, a su pesar, le tocó jubilarse.
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Cecilio, el rubio de Quecedo Dic2014 |
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