Esbelta, de ojos rasgados, con vida vivida suficiente como para ya decidir y hacer. Serena, segura. Razonablemente indolente y quizá algo insolente. Rojos los labios, destacan en una piel tersa y muy blanca y su cuello bien guardado, sostiene una cabeza que, no lo duden, piensa.

Recuerdo que sus cabellos de color imposible despedían una luz especial, que hacía que la gente que por allí pasaba, aunque fuese por un momento, fijasen los ojos en ella. La verdad es que tenía algo… algo que la hacía ser brillante, casi irreal: parecía llegada del futuro para recordarnos a todos, que por mucho que nos digan que no, el color siempre existirá.

"Cómo un paraíso que existe en la tierra, un grupo de gente que se mueve por sitios maravillosos, aprecia lo más natural, se relaciona estupendamente y recuerdas, cuando no estás con ellos, que deseas volver a verlos. Son como un paraíso sin serpientes". Así definió Txemi, al final de la charla con Miguel, al club de senderismo José María Negro. Antes Miguelín, desde la excursión, nos habló de los distintos dólmenes del camino, de menires o de robles carballos. El roble de Grijas o el Cubilote son dos monumentos arbóreos impresionantes. En 1905 ya un indiano pagó 50 pesetas para que no cortaron al primero y lo convirtieran en traviesas del tren de la Robla. Ese día lo encontraron herido de muerte. También restos de la guerra civil aparecieron por la ruta. Todo esto mientras los ladridos de las perras y las voces de los caminantes ponían "música" la ambiente.

Juanra es uno de los "grandes talentos investigadores del valle". Hace unos días nos llamó para aclarar que la Merindad de Valdivielso es un espacio geográfico mucho más amplio que el Valle de Valdivielso. Hasta 1833 la merindad la formaban 37 pueblos, un barrio y una granja, divididos en cuatro partidos. Esos y otro datos históricos que nos relató el de Arroyo me vinieron a la mente cuando Ana Rallo compartió, hace un par de días, este mapa de las Merindades en 1774, tomado de la Biblioteca Digital de la Real Academia de la Historia.

"El macetero" se titulaba la sección que durante meses tuvo Vladimir en Radio Valdivielso. Era un tiempo aquel en el que no teníamos esta página web y por ello sus apasionantes consejos relacionados con las plantas nunca se quedaron en la red. Hace unos días volvió a pasar por nuestros estudios y , como siempre, nos trajo regalos y algunas reflexiones. Entre la calabaza sabrosa de Toulouse, la aguileña y la pterocaria se coló el boniato y alguna canción. Vladi sigue cultivando en ausencia la buena amistad y el amor por Valdivielso. Sirva esta entrega para agradecerle todas las semillas que sigue sembrando en el valle.

Sus padres, Eustaquio y Pilar, 22 hogazas y 5 tortas que se hacían cada vez que se encendía el horno, los maestros andaluces que enseñaban en la vieja escuela, el hostión que le dio el cura siendo monaguillo, el orujo en ayunas que se tomaba antes de ir al campo, el despertador que arreglaba Don Agapito, el cura de Quecedo, el vino de Tomás, mezcla de La Rioja y la Parte de Madrid, los nogales de 500 años que durante 15 días estuvieron cortando en Puentearenas, el frío, el ganado, las riclas y las juergas. Mientras pelaba pollos, Benjamín compartió con nosotros algunos recuerdos de los 74 años vividos en Toba.