Jesús Palencia tiene 91 años, un cuerpo ágil y una cabeza bien engrasada. Si tuviera 50, compraría un rebaño de ovejas. Cuando se le pregunta por el futuro, lo ve negro. En Valdivielso, lo primero que haría sería erradicar los herbicidas. Cree que con su llegada comenzó la decadencia del valle. Con ellos y con la nuclear. "Con todo lo que tenemos ahora, no tenemos lo más importante: la comida sana, los buenos alimentos". Recuerda cuando en el 36 unos hombres fueron a buscar a su padre para darle el paseíllo. Jesús estaba en el recreo de la escuerla y vio como su padre se escapaba por el monte. No volvió a verle hasta cinco años después, cuando salió de la cárcel de Oviedo. Unos días después de la huida de su padre, tres hombres pasaron por su casa, él estaba aún en la cama. Se llevaron la pareja de bueyes, el cerdo macho, las mejores mantas, el dinero, también la cerda. Los ocho cerditos que estaba criando no se dejaron atrapar y gracias a que su madre los engordó, lograron salir adelante. Califica, sin tapujos, de los peores criminales a quien aquello hicieron y defiende que cada uno piense lo que quiera y respete el parecer de los otros.
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Jesús Palencia: memoria de El Almiñé Nov2016 |
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