Paremos por un momento, cerremos los ojos y con la imaginación retrocedamos en el tiempo. Abrámoslos.
Provistos de una imaginaria antorcha comencemos a recorrer el inmenso escenario al aire libre al que hemos llegado, decorado en piedra, musgo, árboles y agua y además poblado de inmensos jarrones, casas torcidas, puentes, estanques y descomunales esculturas que a nuestro paso parecen cobrar vida. Estamos en los jardines de un castillo, cuyo dueño, hace ya quinientos años, llevó a cabo una obra fuera del tiempo, quizá una locura, pero donde a buen seguro en más una noche de verano sonaron las notas de este sencillo, vibrante y rítmico sonido que hoy nos visita.
Texto y foto: Aurora Espiga.
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Juan nos presenta “Gallarda” de Antonio Valente Ene2016 |
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