Esther González recuerda como el mejor verano de su vida aquel que pasó en Arroyo a los 10 años. En Arroyo nació su padre, Julio, quien con 18 años salió del pueblo y tras un periplo vital acabó en Madrid. Allí nació Esther, encerrada en en su casa de Aluche vivió aquella niña inquieta. Sus abuelos, Miguel y Nicanora, murieron jóvenes y su padre se quedó con los abuelos de él y tuvo que trabajar desde niño. Con la burra cruzaba la Tesla para vender fruta. El vínculo con el valle se rompió pero Julio, ya jubilado, compró una casa en Quecedo con el deseo de volver a su tierra. Una enfermedad se lo impidió y ahora su hija quiere recuperar esa ruina necesitada de restauración. Ella es restauradora de pintura y escultura además de repobladora rural. Lleva 18 años viviendo en Luzón, en el alto Tajo de Guadalajara, un pueblo de 30 habitantes. Allí también las amenazas les acosan, el fracking o una macrogranja de 2.000 cerdos son las últimas. Cuando decidió ir allí valoró mucho el entorno natural y que se hubiese conservado la arquitectura popular. Valora mucho que, a través de nuestra radio, nos hayamos unido tanta gente con distintas inquietudes ¿Quién sabe si en Valdivielso encontrará su nuevo destino?
|
Esther González: La casa de mi padre
Septiembre2018 |
|