Hace un rato ha muerto Pitín, nuestro querido y admirado Pitín. En 2004 le hice la primera entrevista y, rápidamente, empecé a quererle. Me contó entonces que su primera escuela fue la de Arroyo. Nacido en 1934, la guerra la pasó en el pueblo de su madre Mariana donde siempre pasaba los veranos. Era para él su norte, sus emociones, sus vivencias. Aquel día se nos humedecieron los ojos más de una vez. Pitín recordó a Genia, su niñera de Puente Arenas, a la que visitaba todos los veranos que regresaba desde América. En Valdivielso rejuvenecía, se vitaminaba, sentía su raíz. Pitín partió desde Valencia hace 62 años y allí, desde la teología de la liberación, la opción por los pobres fue siempre la guía de este cura bueno. Aquel día, también se emocionó escuchando un fragmento del último discurso de Salvador Allende, recordando como desde primera hora empezaron a esconder gente, recordando a los desaparecidos que nunca volvieron. Entonces le quisieron echar del país pero ya tenía doble nacionalidad. Profesor de Psicología de la Universidad del Bio Bio, recordaba como una alumna, al finalizar la clase, le dio las gracias por haber salvado a su padre en aquellos días del golpe militar. Muchos alumnos sin recursos de la universidad disfrutaron también de los comedores populares que Pitín puso en marcha. cada dos años pasaba por el valle y la visita a nuestra radio era una obligación placentera para los dos. Hace solo un par de meses conversamos en antena, gracias a una videoconferencia, y, como ya había dicho muchos años antes, nos confirmó que quería dejar en Chillán sus huesos. Imagino que se habrá ido en esa bicicleta luz en la que él siempre viajaba. Con la misma con la que recorría su valle querido o acudía a un importante congreso para hablar de psicología. Te voy a echar de menos, amigo. No solo nuestras charlotadas, también tu respuesta inmediata a los mails que te enviábamos de la asociación pero, sobre todo, echaré de menos tu ejemplo de cómo no cejar en la lucha por un mundo mejor. Mirando al mundo tan convulso que tenemos, una vez recordó que " el árbol hace más ruido cuando cae que cuando crece", que nadie nos va a quitar la esperanza. Pitín era chileno y valenciano y arroyano. Pitín era mundial. Descansa en paz, amigo. Cuando era pequeño, me decían que los truenos eran cosa de los angelitos que jugaban a los bolos. Cuando vuelva a tronar, pensaré que son Pitín y Narciso, reverdeciendo aquellas enseñanzas que estos dos arroyanos compartieron hace muchos años.
Hoy juntamos aquí la primera entrevista que le hicimos en el año 2004 y la última de hace dos meses. ¡Eterno,Pitín!
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