Tuvimos que llegar los del pueblo a Madrid para que la lluvia limpiara el aire contaminado. Después de meses sin caer en la capital, la lluvia quiso también acompañar a esa siembra que las decenas de miles de personas llegadas desde lo rural habíamos dejado. Decían que la ruralidad estaba vacía aunque realmente estaba, está, abandonada. Es esa España a la que una bandera recortada representaba en un hueco. Esa patria alegre que cantaba ayer y hacía sonar sus tambores, sus dulzainas y su rabia sin miedo a la intemperie. “Toda la puta vida igual” se leía en una pancarta portada por una familia. Una España cansada de ser sumisa y dispuesta a hacerse oír. Y el calabobos se tornó lluvia, necesaria y molesta, y casi nadie se movió. Y se mojaba la grabadora y se mojaba la cámara. Y llovía, quizás para recordar que unos pueblos abandonados harían más dura la sequía, más yerma la tierra. Radio Valdivielso estuvo como asociación, representada en la cabecera y el escenario por nuestro presidente, y como medio de comunicación, recorriendo las calles y captando imágenes y sonidos. Eso me tocó a mi y volví a hacer lo que hago en las manifestaciones cercanas, subir y bajar, mezclarme entre la gente con la grabadora y la cámara. Lo que no supe hasta recorrerla era la dimensión de la marea. Lo reconozco, fui incapaz de volver hasta el final. Y una sorpresa entre el gentío. “Jokin - gritó alguien- siempre te escuchamos desde Carabanchel. Descubrimos Radio Valdivielso hace poco y nos hemos abonado. Es muy esperanzador vuestro trabajo”. Sorprendido y emocionado seguí caminando pensando en ellos. Justo antes el revuelo bajo un paraguas me hizo descubrir a uno de los políticos que aparecieron por allí, era Albert Ribera. Algunos manifestantes le increpaban gritando “fuera, vete a Barcelona, oportunista”. Me acerqué hasta él para captar el instante y saqué la grabadora. Seguía lloviendo. Apareció una periodista de Telemadrid y le empezó a preguntar. A mi me dijo uno de los suyos que no iba a hacer declaraciones. Me preguntó de qué medio era y le dije que de una emisora rural del norte de Burgos. Me dio su beneplácito y le hice un par de preguntas antes de que cortaran. Algunos seguían gritando fuera, fuera, fuera. La siguiente grabación nos trae un fragmento del “Somos” de Labordeta que salía de un tren de mentira. Un trago a la bota de vino y seguimos avanzando. 24 provincias, casi un centenar de organizaciones, abuelas y nietas, jóvenes y maduros, santos y diablos, escépticos y apasionados. No dudamos de que Soria se quedaría vacío, Teruel otro tanto. Muchos años de lucha y no se rinden. Llegó Neptuno y los discursos y los tambores finales. Se oyó el corazón de las gentes del pueblo. "El corazón de la España vaciada late fuerte en el pecho de sus gentes. Seguid luchando fuerte y seguirá latiendo siempre".
Imposible no volver a recordar que el hombre mojado, que la mujer mojada, no teme a la lluvia. Menos aún si son rurales.
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La España vaciada en Madrid: los sonidos de la manifestación
Abril2019 |
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