El pasado 12 de mayo, Radio Espinosa Merindades invitó a los candidatos a la alcaldía de Valdivielso a debatir sobre sus programas. A la cita acudieron los representantes de Juntos por Valdivielso, Jokin Garmilla, y el del PSOE, Jesús Arce. Aquí podéis escuchar el intenso debate que mantuvieron. El candidato del PP, Óscar Palencia rechazó la invitación.
Por otro lado, el próximo miércoles, a partir de las 13 horas, el candidato de Juntos por Valdivielso visitará nuestros estudios para responder a todas las preguntas que le formulen los oyentes. La preguntas se podrán hacer a través del 947 303005, el muro de facebook "Radio Valdivielso, el poder de lo pequeño" o radiovaldivielso@telefonica.net. Alicia Carreras, redactora del periódico Crónica de las Merindades, será la responsable de trasladar las cuestiones que los oyentes hagan al candidato.
La A.C. Radio Valdivielso ofreció a los tres candidatos a la alcaldía de Valdivielso la posibildad de acudir a los estudios Pedrito Barcina. Los cabezas de lista del PP y el PSOE declinaron el ofrecimiento.

Esta vez el centurión y el Legatus deciden tomarse un descanso y hablar de aquello para lo que siempre hay que tener un ratito en la vida: la cerveza. Desde la que sirvió para hacer las pirámides de Egipto hasta la que tomaban los monjes belgas para hacer como que ayunaban. Y de cómo sería la cerveza autrigona, ya puestos. Aprovechad para oírlo antes de que se caliente (salvo que seáis ingleses).

Al final de la conversación que hace unos días tuvimos con Eugenio, el pastor de Robladillo, le pregunté que a qué olía. Me dijo que a yerba y a amapola, "que bien huele el campo, macho". Antes me habló de los perros garzos, de correr el canto, del instituto Nacional de Colonización, de estar pa la criba, de las ubreras, del tío Marcial o del tintineo de los cristales que anuncian lluvia. Al final se coló el "Romancillo de mayo" de Miguel Hernández y creo que se emocionó. Sólo puedo deciros que ratos como estos me hacen disfrutar como pocos mis días de radio.

"...Un par de horas antes, mi padre intentaba convencer a su amigo Chenchu, el cartero, para que entrara al teleclub y se quedara a ver la tan anunciada llegada del hombre a la Luna, pues se suponía que la nave ya había alunizado y en breve descenderían de ella los astronautas. Chenchu, echándose la boina hacia atrás, miró con ojos burlones el bello cielo que en aquella noche estival cubría El Campillo y, sin dejar caer de la comisura de los labios la colilla de su sempiterno cigarrillo, dijo con una sonrisa guasona: «La Luna ya la veo yo desde aquí. ¡Mírala, Patxo! Allí no hay nadie.» Fina ironía y claro pragmatismo de un valdivielsano al que ninguna proeza de la navegación espacial le iba a cambiar la vida. En un pueblo que solo tenía una calle pavimentada, que carecía de saneamientos, con un suministro eléctrico que daba para poco más que unas cuantas bombillas, ¿acaso le iban a emocionar a alguien los prodigios técnicos que solo se veían en la pantalla de un televisor?" [Seguir leyendo]