Recuerda que tenía diez años y sobre el césped de aquel campo “rugía la Galerna del Cantábrico”. Recuerda como se hablaba de orden y colocación, de generosidad, de compañerismo, de sacrificio. Recuerda que, entre aquella maraña de piernas y balón, aprendió a encontrar la belleza. Recuerda recuerdos de fracasos y de copas.

La otra noche cuando una cabeza en el aire empezó a pintar el cielo de blanco recordó de nuevo, nunca he dejado de hacerlo, a aquella niña que agarrada de la mano de su padre, llevando un bocadillo en la otra y sin parar de preguntar, caminaba feliz Concha Espina abajo y entornando los ojos… sonreí.

Es parte de la magia del fútbol… me hace siempre recordar.
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Esta vez la escuela de alcaldes nos llevó hasta San Adrián de Juarros, otro hermoso pueblo burgalés que aún no conocíamos. La lluvia de mayo nos impidió caminar el Sendero Minero premiado pero no conocerlo a través del testimonio de su alcalde. Junto al proyecto ganador, conocimos la experiencia de un pequeño pueblo guipuzcoano, Zeraín (la semana próxima colgaremos la ponencia completa) y la problemática de algunas empresas rurales como Morcillas González o Mantequería Las Nieves.

A las "orijazz" de valdivielso llegó esta semana  la poesía de Walt Whitman y la música de Duke Ellington . El padre de la moderna poesía estadounidense al lado del duque del jazz. Un nuevo libro que se queda en nuestra biblioteca radiofónica, dispuesto a que tú te lo lleves. Os recuerdo que esto no es una metáfora. Félix nos deja su colección de lecturas favoritas para que te las puedes leer, tranquilamente, en tu casa. Eso sí, no olvides devolverlas.

La entrevista que hace unos días hicimos a Janet, la joven ganadera de Villarcayo a la que BNK pretendía comprar su finca, ha dado muchas vueltas y ha hecho que su denuncia llegara muy lejos. Nosotros hablamos con Mercedes Alzola, alcaldesa de Villarcayo y con la directora de comunicación de BNK, Mª Jesús Gallego. Aquí recogemos la versión de ambas. De entre todo lo escuchado estos días queremos también destacar el mensaje que nos envió Alfredo desde Almería: "Casualidades de la vida. Soy de Santa Cruz y llevo fuera de mi pueblo 34 años. Un pueblo que jamás ha tenido el privilegio de ser noticia. Que mala suerte, ya que nos habíamos acostumbrado a vivir en el anonimato; ahora alguien se empeña que se le conozca por el fracking.
Quizá no tenga todo el conocimiento que, supongo, se precisa para tener una opinión técnica y objetiva adecuada al caso. Pero si tengo conocimiento suficiente sobre la persona damnificada, que con gran valor ha saltado a los medios: Janet. La conozco desde que tenía unos días de vida. Espero, que no se la prive de la única vocación e ilusión que tiene en su vida: seguir la tradición de sus padres y vivir de una profesión tan digna como la ganadera.
Ella, no necesita más contrariedades en esta vida, el infortunio ya la privó de vivir con su hermana. Espero y deseo que todas sus fatalidades se acabaran en aquel inmerecido e injustificado accidente.
Difícilmente es sostenible una justicia que le prive a Janet de elegir su futuro y más si representa el sustento de los suyos, como es el caso. Espero no sea delito haber elegido vivir en el campo y en libertad con el medio.
Parafraseando a nuestro escritor más grande, de cómo y cuándo D. Quijote de la Mancha se dirige a su escudero Sancho: "La libertad, Sancho, es uno de los preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que esconde la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y se debe aventurar la vida…"
Eso pensaba Cervantes, que la libertad estaba por encima de los tesoros que escondía la tierra. Desconozco si en la visión infinita del ilustre prosista, se refería al gas no convencional. De ser así, además de ser el mejor escritor fue un gran visionario."

...Pero, vayamos por partes. No todo era libertad y veraneo salvaje. Las niñas que habíamos nacido en una familia donde no hubiera servicio doméstico, teníamos que aprender y compartir aquellas tareas que en los DNIs de nuestras madres y abuelas se denominaban “sus labores”. Las dos o tres primeras horas de mi jornada estival en Quecedo las pasaba yo haciendo camas, barriendo suelos, lavando ropa en el lavadero y, ocasionalmente, yendo a la tienda a comprar aceite, azúcar o lo que se necesitara en cada momento. La única tarea doméstica que compartían los varones era la de acarrear agua desde la fuente con botijos, cubos o barreños. La verdad es que a las niñas veraneantes de entonces no se nos ocurría protestar contra el injusto reparto de las tareas domésticas, tal vez porque nos sentíamos unas privilegiadas al ver todo lo que trabajaban las niñas del pueblo. Además de los trabajos que hacíamos nosotras, ellas tenían que dar de comer a los animales, ayudar en el campo y, casi siempre, cuidar a algún hermano pequeño o vigilar la lumbre para que no dejara de hervir la olla mientras sus madres trabajaban en las fincas... (seguir leyendo)